¿Te vas a dormir y cierras las cortinas? ¿Tienes un diario personal en el que escribes y solo tu  lo ves? Sí, esos son ejemplos de formas de guardar la privacidad. Espacios propios, tuyos, personales. Mantener tus contraseñas seguras o tener acceso exclusivo a la correspondencia que intercambias con las personas que más quieres. Esos son ejemplos de privacidad en el mundo virtual.

A nivel global la privacidad está protegida por el Artículo 12 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que dice;

“Los Estados tienen la responsabilidad de garantizar que nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia, su domicilio o su correspondencia, ni de ataques a su honra o a su reputación. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra tales injerencias o ataques”.

De acuerdo a la Carta de Derechos Humanos y Principios para Internet, elaborada por el Foro de Gobernanza de Internet (IGF) de la ONU, en línea tenemos el derecho a la confidencialidad y protección de datos:

“Toda persona tiene derecho a la privacidad online. Esto incluye el no ser vigilado, el derecho a utilizar cifrado y el derecho al anonimato. Todo el mundo tiene derecho a la protección de datos, incluyendo el control sobre la recolección, retención, transformación, eliminación y divulgación de sus datos personales”.

Sabemos que el desarrollo de las tecnologías ha traído también la sofisticación y automatización de procesos de vigilancia en escala masiva, que representan nuevas amenazas a la protección de información personal. Pero, aunque Internet está transformando las fronteras de lo que conocemos público o privado,  la privacidad en el espacio digital es un derecho. Por ningún motivo se debe aceptar o justificar la vigilancia y el control desde Internet.

Para Privacy International en su reporte 2018 sobre género y privacidad “From opression to liberation: reclaiming the right to privacy”, la vigilancia en Internet va de la mano y además hace más grande el poder de quienes controlan los sistemas de opresión: “A mayor inteligencia que se posea acerca de personas o grupos, mayor probabilidad de que los pensamientos y acciones de los sujetos vigilados puedan ser predecibles y manipulables”.

Si bien toda nuestra actividad en línea deja un rastro digital, tu huella digital, hay formas de gestionarla. La clave es conocer nuestras tecnologías, tener información de cómo funcionan y tomar decisiones para usarlo de manera consciente. Es un camino por empezar, no sucede de un día a otro, es un proceso que puedes iniciar y llevar a tu propio ritmo.